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domingo, 2 de marzo de 2014

Sueño húmedo

Sueño Húmedo
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Escrito por anónimo

Hay algunos sueños en los que el grado de realidad es tan grande que no importa nada más que el momento. El sueño en el que actualmente se encontraba sumida Angie era uno de estos sueños.e Estaba en una gran extensión de césped poco cortado. El suelo era liso y se extendía hacia todos los horizontes. En mitad de esta extensa llanura habían miles de retretes distintos. Típicos retretes occidentales de roca blanca y fría, con un par de tapas que se pueden abrir o cerrar. Era un día soleado y ella lucía un vestido precioso. Un vestido veraniego de una sola pieza, de mangas cortas y de un falda que no llegaba a cubrir las rodillas. Tenía un par de botas marrones con dos calcetines largos. El pelo estaba suelto y ondeaba libremente gracias al aire fresco que corría. Aparentemente es un sueño normal, no se podría decir que es un pesadilla. De hecho hasta el momento no lo era.
Pero algo cambió en el interior del cuerpo de Angie. Comenzó a sentir unas ganas tremendas de orinar. No en el sueño, sino en la “vida real”. Su hígado había filtrado todos los líquidos que había consumido y ahora estaban en su vejiga. Se estaba meando. Ella lo notó en el sueño y comenzó a correr hacía los retretes que allí había. Cuando llegaba a ellos, tenia que contener sus ganas de mear por una razón totalmente ajena a ella. Mucha gente, en la edad adulta, refrena su necesidad de orinar en sueños por temor a mojar la cama. Inconscientemente, en el sueño, sabemos que no debemos mear porque eso podría perjudicarnos. A veces meamos, pero no saciamos jamás nuestra necesidad de orinar. Meamos y meamos en bosques acogedores o al lado de grandes cataratas que desembocan al mar y aún así creemos que necesitamos seguir meando. Hasta que al final te despiertas, descubres que ha sido un sueño y vas al baño de tu casa para desahogarte. En cambio, Angie, por la razón que fuera no podía mear en los retretes a los que se acercaba. En el sueño sentía que alguien la observaba. No podía mear si sabía que una presencia contemplaría esa acción. Al principio esta presencia era inofensiva. Ni siquiera la podía ver. No tenía forma definida, pero sabía que estaba cerca de ella. Su hígado seguía filtrando. Su vejiga se iba rellenando cada vez más y su necesidad iba aumentando. A medida que esta necesidad se hacía mas grande la presencia iba tomando mayor consistencia. Comenzó a ser una presencia oscura que la rodeaba. Después todos los retretes empezaron a rodearse de alambres de espino. El alambre salía de la tierra como si se tratase del crecimiento a cámara rápida de una zarza espinosa. El césped murió, el suelo se volvió negro, oscuro. La sombra creció y creció hasta oscurecer toda su alma. El sueño era la oscuridad. La oscuridad más profunda en la que jamás había estado. Oscuridad de la mente. Oscuridad en un sueño. Ella muerta de miedo seguía moviéndose por aquel campo. Desolada, temerosa. Cuando de repente tropezó en uno de estos retretes con espinas. Calló encima de ellas y empezó a sentir un dolor muy agudo. Entonces una leve frecuencia de música se coló por el auricular derecho de su oído y se despertó.
Era “Pink Floyd” acabando uno de sus psicodélicos temas del álbum“Momentary lapse of reason”, así que evidentemente ya no había ningún problema. Se había quedado dormida escuchando el auricular de su mp4. Tenía el auricular incrustado en el oído derecho. El día anterior había sido largo. Se levantó tarde, y esto le causaba pereza. La pereza hacía que el paso del tiempo le resultara más largo. Luego comer, estar con su familia, irse de compras con su hermano pequeño, quedar con un amigo. Tener una conversación, como poco, aceptable. Incluso placentera. Pero teniendo que soportar alguna tontería del colega. "¿Que se le va a hacer?" Pensaba ella.
"Algunos hombres se distraen un poco con su órgano sexual. Me hace gracia en verdad. Es curioso ver como les cuesta a algunos contener su impulso sexual. A parte de eso, se puede hablar bien con él."
Evidentemente, mientras todo eso y muchísimas cosas más pasan por su cabeza a una velocidad increíble, ha llegado al cuarto de baño.
No se al resto de la gente, pero a mi me pasan muchísimos pensamientos por la cabeza. Supongo que les pasará a todos. Los humanos digo, o las personas, si se quiere. Los humanos tendemos a pasar por alto mucha información. Se llama “ahorro cognitivo”, un término que leí una vez en un libro de psicología social. Si procesáramos toda la información que nos pasa por la cabeza, desatenderíamos muchísima información útil. Información incluso para poder subsistir.”
El caso es que lo que ahora mismo ocupaba la mente de Angie era la imagen que tenía delante de ella con relación a la pesadilla que acaba de experimentar. Que acababa de sufrir. Eso ocurrió justo cuando encendió la luz y contempló ese retrete blanco típico occidental de roca fría. Idéntico a los de sus sueños. Jamás habría imaginado que aquel objeto pudiese llegar a ser tan demoníaco.
Se quitó las bragas y meó. Colocó sus muslos de las piernas sobre sus manos para no tocar la roca fría. Es lista y sabe que lo de antes ha sido una pesadilla, tan solo eso. Pero le hace gracia.
¿Vaya sueño no?”
Se ríe ante el espejo. Contempla su rostro y vuelve a sonreír. Es curiosa desde siempre, es feliz siempre que puede. Y se las apaña muy bien para que se pueda siempre.
¿Por qué habré soñado eso? Osea, de todas las cosas que podría haber soñado, ¿Por que cojónes eso?”
Se vuelve a reír. Siempre le había llamado mucho la atención el mundo de los sueños. Le encantaba la vida real, pero cuando soñaba con algo increíble lo recordaba durante todo el día. Muy pocas veces se los contaba a la gente con la que estuviera. Cuando se lo contaba a alguien y esta persona parecía mostrar interés auténtico por su sueño, disfrutaba.
Me parece increíble este sueño, supongo que hay algo en mi interior que no está muy contenta."
Vuelve a sonreír por que le parece gracioso ese pequeño psicoanálisis que acaba de hacerse.
"¿Qué será? En verdad si lo pienso un poco, todo iba bien hasta que me he empezado a mear.”
Hace una pausa en su sonrisa y se mira al espejo. Se ve sentada en aquel extraño asiento y llega a la conclusión de que desea ir más allá en esta cuestión.
"A ver, es como si tuviese pánico a los retretes. Por eso me causan daño. Pero claro, ¿Por qué iba yo a tener pánico a un retrete? En realidad creo que me tendría que ir más atrás. Vale, piénsalo desde el principio. Resulta que yo estaba jodídamente feliz correteando por aquel prado con mi precioso vestido veraniego. Que por cierto, me recuerda a uno que tengo y hace tiempo que no me lo pongo. En fin, de repente me entran ganas de mear en medio de la noche, hasta ahí en verdad es normal. Pero cuando me acerco a los retretes... pues no puedo mear. Osea se que hay una presencia que me está observando y me molesta, pero bueno, es soportable. El caso es que me impide desahogarme. Me meo con más intensidad y es cuando empieza el sufrimiento. El sufrimiento se traduce sobre todo en oscuridad, miedo y dolor. Es entonces cuando me pasa lo del alambre de espino y me despierto. "
Recapacita seriamente en la reflexión y se queda un poco embobada mirándose al espejo. Considera que es el momento de abandonar el baño. Se pone de pie, se sube las bragas y se va a su habitación. Se ha desvelado. La pesadilla y esta nueva reflexión que se acaba de plantear ha excitado su mente y no quiere dormirse. Se sienta en la cama y se tapa un poco las piernas. Continúa con su pensamiento.
"El problema no está realmente en los retretes. Al fin y al cabo son inmuebles en los que los seres humanos podemos hacer nuestras necesidades. El problema está claramente en el hecho de mear. Mear me supone un problema, un problema muy fuerte. Tanto que oscurece todo mi entorno y me produce un dolor ficticio. Me hace sufrir en mi subconsciente, en el mundo de mis sueños. Pero ¿Por qué? Pues en primer lugar porque no me gusta que nada ni nadie me observe mientras lo hago. En el sueño esa presencia que me observa ni si quiera es tangible. Algo intangible e invisible en un sueño es algo que está muy dentro de mi. Un sentimiento o una sensación. Esa sensación de que me observen era la que empezó a despertar las tinieblas de mi mente. No había duda, era eso. Podía acceder al retrete porque aún no estaba envuelto de espinas y continuaba siendo un inofensivo inmueble servicial. Pero no lo hacía. Por esa maldita presencia, por esa sensación. El castigo se me agudizó privándome de acceder al retrete con alambre de espino. Sufrí mucho en esos terribles momentos de la pesadilla."
Enmudece su mente para asimilar lo que se acaba de decir. Se da cuenta de que ha hallado lo que le causó su pesadilla y quiere hacer algo al respecto. Angie siempre trataba de limpiar su mente lo más posible. Cada vez que encontraba una anomalía en su forma de comportarse la intentaba corregir como fuera. Lo llevaba haciendo desde los catorce años de manera consciente. Siempre corregía sus fallos, lo que ella consideraba sus fallos. No le importaba el precio que pagaría por ello. Estaba vez había encontrado uno y era consciente de ello. Es entonces cuando interrumpe su casi imperceptible silencio mental y sigue pensando.
"Sabes que siempre que encuentras algún tipo de pensamiento como este haces algo al respecto. "
Se dice a si misma.
"No se, parece algo pequeño, pero en realidad no estaría mal corregirlo. Supongo que no debe ser muy difícil, he hecho cosas más grandes antes. Si lo que tengo es una especie de rechazo a que algo me observe mientras meo, tan solo tengo que enfrentarme a ese algo. ¿Cómo me enfrento en la práctica? Pues se me ocurre por ejemplo mear en público. En un sitio en el que no haya intimidad para hacer mis necesidades básicas, donde este expuesta a la presencia de los demás, ahí, he de mear.
La sonrisa vuelve a su rostro y se da cuenta de la situación sub-realista que puede llegar a crear si lleva la idea a la práctica.
"Mira, yo solo digo esto: Mañana, bueno, hoy más tarde por la noche, me voy a ir con unas amigas a un local a bailar. Será un sábado por la noche y el local estará lleno. Podría ponerme el vestido ese tan bonito que tengo y que me recuerda al del sueño. Beber cerveza o lo que me apetezca mañana por la noche y cuando tenga ganas de mear, intentar hacerlo en lugares donde pueda ser fácilmente vista. De esta forma te enfrentarás directamente a esa sensación de sentirte observada. Porque en realidad cada vez estoy más convencida de que tener esa sensación negativa no es bueno para mi. A ver, por cuestiones de higiene puedo comprender que no toda la gente pueda mear en sitios públicos. Sería un caos de residuos corporales. Las calles apestarían y posiblemente hubiesen más problemas de salud. Pensándolo bien igual no es tan buena idea esto de mear en público por corregir una pequeña anomalía en mi sistema mental. "
Como se le plantea un dilema moral pierde bastante interés en mantenerse despierta. No le gustan los dilemas morales porque son complicados y tiene que barajar muchas variables. Es inteligente, pero es tarde y en realidad a estas horas pensar no es muy recomendable. Suspira después de otra minúscula pausa mental y se habla de nuevo.
"Déjalo por hoy, necesitas descansar Angie. Dormiré unas horas y mañana pensaré este tema con mayor claridad."

Se estira a lo largo de la cama y se arropa con la manta que tenía a sus pies. Se recolóca bien la almohada y desconecta hasta quedarse dormida.